Little shelters. The Frank Lloyd Wright School of Architecture

Daniel Chapman, Mark-Thomas Cordova, Jaime Inostroza, Dylan Kessler, Pablo Moncayo, Natasha Vemulkonda, Pierre Verbruggen, David Tapias

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Little shelters, taller colaborativo. The Frank Lloyd Wright School of Architecture, Taliesin West. Enero-Mayo 2015.

Daniel Chapman, Mark-Thomas Cordova, Jaime Inostroza, Dylan Kessler, Pablo Moncayo, Natasha Vemulkonda, Pierre Verbruggen (learners), David Tapias (también learner).

-Qué hicimos?

-Este fue el primer shelter studio que se organizó en Taliesin West. Su objetivo era compartir y elaborar conocimientos y herramientas que ayudasen a los siete jóvenes que se apuntaron al curso a convertirse en mejores arquitectos: reforzando su capacidad de pensamiento crítico, observación y adaptación; su habilidad de hacer preguntas pertinentes y elaborar propuestas relevantes -construidas y no construidas- para hacer de un ambiente particular nuestro hogar. Para conseguirlo, seguimos y alteramos nuestra cartografía de pequeños mapas (www.littlemaps.net), adaptándolas a sus caracteres y dinámicas de grupo. Y como ejemplo práctico, les propusimos el proyecto y construcción de un refugio que formase parte del campamento en el desierto, donde los estudiantes de Taliesin West habitan. Las primeras tres semanas, trabajamos en un ejercicio introductorio donde cada uno debía hacer su propia protección para dormir una noche en ese desierto. Las dos únicas restricciones fueron que solo podían utilizar materiales encontrados en Taliesin West, y que tenían que transportar, montar y desmontar cada refugio aquella misma noche, sin dejar rastro. Al principio todos buscaron un rincón aislado para acampar, pero un día, mientras deambulábamos por el desierto buscando materiales, llegamos a un lugar, justo cuando el sol se ponía, que tenia las condiciones óptimas para convertirse en un campamento -un centro donde plantar el fuego, y los refugios a su alrededor. Nos miramos los unos a los otros y nos dimos cuenta que era mejor acampar juntos.

La noche escogida resultó inusualmente fría y ventosa. Así que cuando llegamos al sitio, todos corrimos a buscar rincones protegidos del viento. Espontáneamente, cada uno ayudó a sus compañeros a montar su estructura. La tela de Daniel se desgarró, Pablo le dio parte de su cubierta. Ellos y Jaime ayudaron a Natasha a montar su hamaca flotante. Esa noche, aprendimos tres cosas: es mejor acampar juntos. Podemos aprender y ayudarnos mútuamente. Dormir en el desierto no tiene nada que ver con diseñar una estructura molona, sino con juntar las condiciones, no sólo para sobrevivir, sino para pasar una noche memorable.

Con lo que aprendimos en este primer ejercicio, decidimos planear y construir nuestro refugio colectivamente. En un rollo de papel de veinticinco metros de largo, dibujamos las ideas compartidas, las dudas y los desacuerdos de todo el proceso. Recolectamos tantos datos como pudimos para entender cómo funcionaba nuestra escuela ahora y en el pasado, y cómo podría este refugio ayudarla en el futuro. Este proceso destiló siete hipótesis de diseño. Con ellas en mente fuimos capaces de elegir un emplazamiento donde poder desarrollarlas. Nos fijamos en el más difícil, feo y ruinoso que encontramos. Cada día íbamos desde del mítico estudio al lugar, y de éste al taller, donde construimos prototipos que testeamos bajo el sol abrasador.

La escuela nos donó 2000 dólares. La premisa era usar el máximo de recursos del propio lugar. Sin embargo, nos dimos la libertad de obtener materiales baratos, convencionales, de tiendas de bricolage.

Este gran y modesto esfuerzo comunal, siguiendo la cartografía de little maps durante doce semanas intensas, dio lugar a la construcción de dos refugios compartidos y un lugar de encuentro. En años venideros, estos shelters serán habitados por distintos estudiantes, que los transformarán, mantendrán, mejorarán y documentarán. Todo este ciclo vital se presentará en la web de little maps. Y lo que es más importante, cada uno de nosotros seguirá elaborando su propio mapa al que acudir en los numerosos cruces de caminos, pérdidas y dudas propias de cualquier proceso proyectual.

-Qué aprendimos?

a. Colaborar.
La arquitectura ha sido siempre un esfuerzo compartido. ¿Qué es colaborar? Es trabajar juntos DE VERDAD -con el prójimo y con nuestro entorno- para el bien común, escuchando, respetando al otro. Un proceso colectivo para construir ideas que sustituyen la autoría individual, las jerarquías piramidales y las relaciones de poder. El taller fue un test explícito de diversos modos de aprender del prójimo y de cooperación. Las escuelas de arquitectura, como toda la profesión, necesitan cambiar de la competición a la colaboración.

b. Sobrevivir.
En el desierto de Sonora, hacer arquitectura no va de conseguir confort, o de crear un sentimiento de pertenencia. Ni tan siquiera de colmar nuestras necesidades. Se trata de un acto de supervivencia. Todo aquí es una amenaza a la vida humana -y desafortunadamente Scottsdale es un cáncer para el frágil ecosistema del desierto. Hacer un entorno habitable no es una especulación interesante, un divertimento cool o una reafirmación egocéntrica. En un entorno de escasez de recursos, una construcción es más obviamente un dispositivo que apenas consigue dar unas condiciones frágiles de supervivencia. Lo que hace de Taliesin West una fuente inagotable para aprender a hacer arquitectura es que viviendo aquí, yendo y viniendo del desierto cada día, entre ruidos de criaturas, estrellas azules y cielos rojos, la experiencia de un arquitecto joven se transforma en herramientas no para la dominación de la naturaleza o el sueño, sino para hacer lugares que despiertan nuestra conciencia plena, permitiéndonos ser nosotros mismos.

c. Conciencia de anticipación y observación precisa.
El proceso de materialización de cualquier arquitectura es un libro abierto. Las decisiones de diseño son transparentes. Un proyectista entrenado puede leer todas las preguntas, conflictos, accidentes, fallos, búsquedas, prioridades y confusiones que configuran una construcción. Sin embargo, siempre hay algún paso oculto que hay que investigar. Taliesin West, incluso Ocatillo -solo presente en forma de imágenes y dibujos- son un libro abierto de estos trucos de mago. Aquí, el conocimiento implícito en cada decisión de diseño no es tan obvio. Debido a su complejidad, no se nos muestra. Pero como un árbol colmado de frutos, podemos recolectarlo y guardarlo en nuestro propio sombrero de copa.

d. Las pequeñas alegrías de construir.
La acción de construir puede ser agotadora, a veces frustrante. Bajo el sol de Arizona, puede llegar a desencajarte. Experimentar estas sensaciones puede ayudarnos a prever maneras más fáciles, eficientes y relajadas de construir nuestros futuros proyectos, y de generar empatía hacia las personas que los materializarán.
Cuando construyes, recibes fugazmente la cara de alegría de un compañero; la emoción de testear las soluciones que habéis ideado juntos; la frágil confluencia de los planes más valientes, intrigantes y salvajes. La luz que desprenden esos rostros te regala sentimientos de plenitud . No esperes que arquitectos que no lo hayan vivido lo puedan entender.

Más en: www.littlemaps.net

Más información sobre este sitio extraordinario para aprender: www.taliesin.edu

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Photograph by Nathan Rist Photograph by Nathan Rist

https://vimeo.com/124983880
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Ficha técnica

Autoría: Daniel Chapman / Mark-Thomas Cordova / Jaime Inostroza / Dylan Kessler / Pablo Moncayo / Natasha Vemulkonda / Pierre Verbruggen / David Tapias

Localización: Scottsdale, Arizona, EE UU

Año: 2015


Editado por:

CQ Tectónica

Publicado: Jun 27, 2016

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